La memoria facilita el desarrollo de las capacidades humanas, como hemos señalado anteriormente, pero también está al servicio del instinto de conservación. Gracias a la memoria, por ejemplo, recordamos que comer un determinado alimento nos ha sentado mal en alguna ocasión y por este motivo evitamos volver a hacerlo. O recordamos que salir a la calle desabrigados nos causó un resfriado y que, por tanto, hay que ponerse ropa si hace frío. Es decir, gracias a la memoria somos capaces de construir una experiencia de los acontecimientos vividos, que nos ayudará a tomar las mejores decisiones cuando nos encontremos ante una disyuntiva. Sin la capacidad de memorizar no podríamos adquirir experiencia y continuamente tropezaríamos con los mismos obstáculos. Vivir quiere decir recordar. Siempre estamos recordando aunque no nos demos cuenta de que lo hacemos. A veces, por ejemplo, distraídamente realizamos el trayecto diario sin reparar en los lugares por los que estamos transitando. La capacidad de memorizar, por consiguiente, está al servicio del instinto de conservación y también del desarrollo de la especie humana. «Somos fundamentalmente memoria y lenguaje. Si no tuviéramos memoria no sabríamos quiénes somos», afirma el filósofo Emilio Lledó.1
Los acontecimientos se recuerdan con más nitidez y precisión si han ocurrido recientemente que si forman parte del pasado. Por ese proceso natural al que se ve sometida la memoria, lamentablemente olvidamos vivencias que querríamos recordar y afortunadamente conseguimos deshacernos de recuerdos dolorosos que nos hicieron sufrir. Pero esto último no siempre es así. Hay recuerdos molestos que, cuanto más nos esforzamos en olvidar, más intensamente retumban en el pensamiento. Aparecen en cualquier momento, incluso en forma de pesadillas al soñar, y no permiten que nos concentremos en otros intereses. Son recuerdos que desgastan la fortaleza y hunden el ánimo. A estos recuerdos se les denomina «traumáticos».
- Lledó, Emilio, http://www.sistemasolympia.com/images/files/discussion/1/9ca0c1a57e700e58b4dfc3f863844d93.pdf
Pau Martínez Farrero, Doctor en Psicología y psicólogo clínico especialista,