La memoria

Para comprender qué es una experiencia traumática y los efectos que conlleva es necesario, en primer lugar, subrayar la importancia que para el ser humano tiene la capacidad de memorizar.

La memoria es un don fundamental que posee el ser humano. Sin la capacidad de memorizar, no hubiera llegado a su nivel de evolución puesto que no habría podido desarrollar ningún tipo de conocimiento. No seríamos capaces de aprender a multiplicar porque no recordaríamos cómo se suma y se resta. No podríamos terminar de leer una novela porque no nos acordaríamos de cómo había empezado. Si no existiera el recuerdo solo seríamos capaces de reconocer las señales vitales que permiten la subsistencia, como aquellas que indican dónde encontrar, por ejemplo, una fuente de alimento o dónde se esconde un posible peligro. Lo haríamos de forma instintiva. Sin memoria el aprendizaje sería imposible.

El hecho de poseer memoria nos ha permitido desarrollar el lenguaje humano, que está compuesto no solo por señales –como es el caso de los animales–, sino también y, fundamentalmente, por símbolos. Una señal es una representación auditiva, visual o táctil, que nos informa de la existencia de un acontecimiento. Por ejemplo, un trueno es la señal de que se avecina una tormenta. Los animales han aprendido a reaccionar a las señales, huyen, por ejemplo, cuando perciben la proximidad de un depredador. La señal mantiene un nexo natural y directo con aquello que representa. El símbolo, en cambio, es una herramienta exclusiva de los seres humanos. El símbolo es el representante lingüístico de un concepto o significado, pero entre uno y otro no existe una relación natural directa, sino un nexo establecido por convención social. Los símbolos, como son las palabras, las señales de tráfico, los códigos, etc., han sido creados por una comunidad de hablantes que se ponen de acuerdo en nombrar de un mismo modo un concepto determinado. La palabra «casa», por ejemplo, no guarda ningún tipo de similitud física con el concepto al que hace referencia, pero todos los hablantes de la lengua española están de acuerdo en denominar «casa» al lugar donde habitan un conjunto de individuos. Para las personas que no sepan español, la palabra «casa» no representa absolutamente nada.

A diferencia de los animales, el lenguaje humano está compuesto por símbolos y no solo por señales, y esta es la causa de su complejidad. Gracias a las palabras podemos hablar de cosas que no están presentes. Así, podemos explicar a un amigo qué hacíamos antes de reunirnos con él y qué haremos cuando nos despidamos.

La capacidad de memorizar que posee el ser humano le ha permitido crear un lenguaje complejo que, a su vez,  ha contribuido a incrementar aún más dicha capacidad.

 

Pau Martínez Farrero, Doctor en Psicología y psicólogo clínico especialista,

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