Entender ayuda a saber qué hacer y a cambiar

Clément, el protagonista de uno de los relatos del capítulo tercero, era muy valorado por sus jefes y a él le encargaban las labores más difíciles. Clément no era capaz de negarse a realizar nada de lo que le pedían, aunque el hecho de hacerlo le llevara a situaciones arriesgadas. Pero un día sufrió una crisis de angustia mientras trabajaba y, a pesar suyo, aceptó el consejo del médico, quien le prescribió que debía permanecer unos días en situación de baja laboral para descansar. En el transcurso de ese tiempo empezó a desarrollar una agorafobia que solo se manifestaba cuando se aproximaba al lugar donde se hallaba su empresa. La explicación era sencilla: allí podía encontrarse con alguno de sus jefes y exponerse a que le presionaran para que regresase al trabajo. Clément era incapaz de oponerse a nada que le ordenasen, aunque supiera que aquello que le pedían podía ser peligroso para él. Podemos interpretar, por consiguiente, que la agorafobia que Clément desarrolló respondía a la necesidad de cuidar de sí mismo: mientras no aprendiera a decir «no» a sus jefes, su agorafobia lo mantenía apartado del riesgo de acabar diciéndoles a todo «sí».

En la historia de Clément observamos que la crisis de angustia y la agorafobia aparecen como una señal de alarma ante una determinada forma de hacer o actuar. Efectivamente, la crisis de angustia y la agorafobia pueden interpretarse como señales que avisan de que existe una necesidad que, sin demora, debe ser escuchada y atendida. En el caso de Clément, empezar a cuidar de él.

 

 

Pau Martínez Farrero, Doctor en Psicología y psicólogo clínico especialista,

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