El miedo durante la infancia

Es propio de la niñez manifestar miedos que podríamos calificar de «absurdos». En realidad, son absurdos para el adulto pero no para el niño, ya que su inteligencia se estructura a partir de parámetros distintos.

 

Elvira, de 23 meses, empezó a mostrar conductas de pánico cuando tenía que bañarse. Tras unos días de protestas en forma de lloros y berrinches cada vez que le obligaban a hacerlo, consiguió ofrecer la siguiente explicación: «Me da miedo caerme por el agujero [del desagüe]».

 

El miedo de Elvira es «absurdo» si lo juzgamos desde el punto de vista de los adultos, pero no, en cambio, si lo hacemos desde la perspectiva de un niño de esa edad. Aclarémoslo: al no disponer aún de una conciencia clara de las dimensiones de su cuerpo, un niño de dos años puede llegar a creer, efectivamente, que puede caber por el agujero de la bañera y que puede desaparecer por él, como hace el agua.1 Por este motivo, para ayudar a un niño a deshacerse de su angustia y de sus miedos, conviene escuchar siempre qué es lo que manifiesta en relación a ellos. Debemos ser conscientes de que si un miedo infantil se cronifica y se olvida el sentido que tuvo en el momento de producirse,2 podría acabar convertido en una fobia.


  1. Agradezco la observación y el ejemplo a Alícia Vallès.
  2. Freud, S., «Análisis de la fobia de un niño de cinco años», Obras Completas X, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1988, págs. 101-103.

 

Pau Martínez Farrero, Doctor en Psicología y psicólogo clínico especialista,

http://agorafobia.paumartinez.cat 

www.paumartinez.cat