Del miedo a la fobia

Como hemos señalado, los miedos infantiles constatan que el niño está construyendo su propia identidad y deben considerarse manifestaciones normales del proceso evolutivo. No obstante, estos miedos infantiles pueden cobrar mayor magnitud e interferir en el crecimiento normal del niño, dando lugar a lo que se entiende como una «fobia infantil». Lo ilustraremos con la historia que explica la madre de Maica.

 

Mi hija Maica, de 3 años, tiene un hermanito de 10 meses. Siempre ha sido una niña muy sociable, en el parque le gusta jugar con otros niños, va a fiestas infantiles y la hemos dejado muchas veces en casa de sus abuelos y de sus tíos.

No fue a la guardería y hace dos meses, en septiembre, empezó a ir a clase de P3. El primer día, la profesora dejó que los padres nos quedásemos una hora. A Maica se la veía muy feliz jugando con los demás niños. Pero hubo un momento en que yo tuve que ir al otro extremo de la clase, y al volver a reunirme con ella vi que estaba llorando. Explicó que un niño le había dado un golpe con una silla. Se agarró a mi cintura y, cuando la profesora se dirigió a los padres para decirnos que ya debíamos retirarnos, me vi incapaz de dejarla en aquel estado, y me la llevé conmigo. A ella le gusta mucho ir al parque, así que la acompañé allí para conseguir tranquilizarla. Al cabo de unos minutos, volvió a ser la niña de siempre.

El segundo día de clase lloró durante todo el trayecto hasta la escuela. Nosotros ya le habíamos explicado que se quedaría sola y que luego la iríamos a buscar. Cuando llegamos al mediodía para recogerla y llevarla a casa a comer, la profesora nos explicó que Maica había estado tranquila y había participado en las rutinas escolares. Durante esa semana fue contenta a clase pero no dejaba de repetirnos que le daba miedo aquel niño que el primer día le pegó con la silla. Se lo explicamos a la profesora y le pedimos que intentara alejarlo de Maica, pero nos respondió que no debíamos hacer tanto caso a lo que la niña nos decía y que debíamos ayudarla a olvidar lo sucedido. La segunda semana también fue contenta a la escuela pero la tercera semana se puso enferma y no pudo ir. Al regresar, un niño le dio un golpe durante el recreo y se le hinchó el ojo. Cuando fuimos a buscarla al mediodía estaba llorando. Durante una semana tuvo el ojo morado. Preguntamos a la profesora si el golpe lo había recibido de aquel mismo niño pero ella no nos lo quiso aclarar. Maica, no obstante, nos dijo que no lo era.

Desde que le quitamos los pañales siempre había controlado muy bien el pis pero hace un par de semanas se le escapó en la clase. Y ha vuelto a ocurrirle varias veces más. Además, cuando salimos de casa por la mañana para ir al colegio se pone a llorar con todas las fuerzas y dice que no quiere ir. Es un «no» desgarrador. Cuando la vamos a buscar al mediodía y por la tarde, la profesora siempre nos dice que ha estado tranquila y que no debemos preocuparnos tanto. Pero Maica insiste en que hay un niño que le pega. Yo conozco a ese niño, realmente es un niño agresivo. En alguna ocasión hemos ido juntos al parque y observamos que a veces la zarandea y la empuja. Hoy Maica se ha hecho pis en la puerta de la escuela. Para nosotros está resultando muy duro y nos planteamos cambiarla de colegio porque creemos que a la profesora no le importa lo que está sucediendo.

Maica ha crecido bien en todos los sentidos. Solamente ha tenido dificultades con el sueño. Nunca ha querido dormir sola, siempre necesita estar conmigo. Cuando de bebé quisimos sacarla de nuestra cama y ponerla en la cuna, lloraba mucho y desde entonces dormimos juntas en la cama de otra habitación.

 

Recapitulemos: la historia de Maica ilustra muy bien qué es una fobia infantil. Maica tiene miedo de ir a la escuela y se llena de angustia cada mañana cuando debe hacerlo, hasta el punto de que los padres se plantean cambiarla de colegio. Anteriormente hemos señalado que es normal e incluso saludable que en la etapa preescolar el niño manifieste algún tipo de miedo, puesto que es señal de que está madurando correctamente, pero en el caso de Maica este excede la capacidad de los padres para manejarlo y acaba interfiriendo en su correcto desarrollo. En este punto ya podemos considerar que se ha desencadenado una «fobia».

No obstante, si nos ceñimos al relato que hace la madre respecto al problema de Maica, debemos cuestionar que se trate de una fobia infantil y sospechar que nos encontramos ante un temor normal provocado por una situación real de peligro: un niño poco cuidadoso la molesta y la profesora parece mantener una conducta negligente. Es decir, no se trataría de una fobia a la escuela, sino del miedo natural que Maica tiene a ser agredida por alguien violento. Si verdaderamente es así, conviene que los padres consigan que la escuela tome las medidas necesarias que eviten que ese niño siga representando una amenaza para Maica.

Entonces, el miedo a ir a la escuela que Maica manifiesta, ¿es un miedo real o es una fobia infantil? Más allá de que realmente el niño sea tan molesto como la madre de Maica explica, observamos algunos detalles inherentes al modo de ser de Maica, que sugieren que dicho temor a la escuela apunta, en realidad, hacia una fobia infantil. En primer lugar, siempre le ha costado dormir sola en su habitación y, hasta la fecha, necesita que la madre esté a su lado. En segundo lugar, el llanto del primer día de escuela arrancó en el momento en que la madre se alejó de ella. Los padres la definen como una niña que tiene facilidad para jugar con otros niños. No obstante, observamos que esta regla se cumple siempre que se halle en un entorno familiar. La madre explica que el primer día de escuela tuvo que llevarse a Maica de la clase porque estaba muy asustada después del golpe que recibió, y que una vez en el parque, se tranquilizó. Seguramente, consiguió calmar la angustia de la niña, no por el hecho de llevarla al parque, sino porque allí Maica seguía gozando de la compañía de la madre. La escuela representa para Maica la primera ocasión de separarse de su familia, y han surgido problemas desde el inicio.

A Maica le cuesta separarse de sus padres, como a todos los niños de esta edad, más aún si debe compartir con un hermanito de 10 meses su amor y dedicación. Pero en el relato de la madre podemos observar que también a ellos les cuesta separarse de su hija. Así lo demuestra el hecho de que la madre de Maica no pudiera dejarla sola en la escuela el primer día, o que duerma diariamente con ella en la misma cama de otra habitación. A todos los niños les resulta difícil el paso de la cuna a la cama, y de la habitación de los padres a la suya propia. Esos cambios que acompañan el crecimiento, como dormir o comer solos, ir a la escuela, etc., representan una situación traumática o conflictiva que los niños solamente podrán afrontar con la ayuda de los padres. Es normal que les cueste acostumbrarse a dormir solos, y es tarea de los padres ayudar a que lo consigan. También es propio del primer día de escuela que los niños se queden llorando cuando los dejan. La mayoría de padres explican que para ellos también fue duro y que pasaron el día esperando el momento de irlos a buscar y reencontrarse con sus hijos. Este es un esfuerzo que los padres deben asumir para conseguir que sus hijos sean autónomos y crezcan saludablemente.

Aprender a ser autónomo significa, entre otras cosas, ser capaz de resolver por uno mismo los problemas cotidianos. Es probable que el niño de quien Maica se queja sea movido y que le haya hecho daño en alguna ocasión pero, si Maica es presa del pánico cada vez que se le aproxima, difícilmente aprenderá a afrontar ese problema y acabará convirtiéndose para ella en una pesadilla.

En el tercer capítulo, dedicado a la agorafobia que surge tras sufrir una crisis de angustia, afirmamos que toda fobia es la manifestación de un miedo inconsciente. A partir de la historia de Maica, podemos expresarlo de otro modo…

 

Todo miedo inconsciente encuentra, tarde o temprano,

la manera de manifestarse por medio de una fobia.

 

En el caso de Maica, por ejemplo, el temor que le produce estar en clase sin la compañía de sus padres (que consideramos que es el motivo de la fobia de Maica) encuentra en aquel niño una buena excusa para manifestarse. Es decir, el miedo al compañero oculta que el verdadero temor de Maica es separarse de sus padres. Si Maica no consigue resolver el miedo a separarse de sus padres le será difícil adaptarse a la escuela y sentirse tranquila y a gusto en ella, que son factores imprescindibles para realizar un correcto aprendizaje escolar.

 

Pau Martínez Farrero, Doctor en Psicología y psicólogo clínico especialista,

http://agorafobia.paumartinez.cat 

www.paumartinez.cat